martes, 20 de diciembre de 2011

MAYORES OBRAS HARÁS

Les aseguro que el que cree en mí, hará también las obras que yo hago, e incluso otras mayores, porque yo me voy al Padre (Jn 14,12)

He pasado haciendo el bien,
sin estar mirando a quién.
He matado el odio humano,
lo he clavado en una cruz.

He reunido todo un pueblo
que se hallaba dispersado,
confundido y sin sentido
como ovejas sin pastor.

Se agitaban mis entrañas
verte triste y oprimido.
Hice signos y milagros,
vine a darte dignidad.

En las fauces de algún león
te veías pan comido,
combatí con esa fiera,
ahora eres solo mío.

Dime qué has pasado tú
que yo no haya padecido,
tienes qué mirar mi cruz,
esto sí es haber sufrido.

No te quito ni una prueba,
pasarás tribulaciones,
ten confianza y ten valor
porque yo he vencido el mundo.

Mira cuántas obras hice
las harás aún mayores,
porque yo no hice nada
que no puedas tú hacer.

ESPÍRITU SANTO: FUEGO ARDIENTE PROMETIDO

Yo me decía: “No pensaré más en el Señor, no hablaré más en su nombre”. Pero era dentro de mí como un fuego ardiente encerrado en mis huesos; me esforzaba en sofocarlo, pero no podía (Jr 20,9).

Don magnífico del Padre,
fuego ardiente prometido,
me devoras con tu celo,

tu palabra me hace hablar.

Santo Espíritu Divino

eres gracia derramada

que a los débiles levanta

y hace sabio a los sencillos.


No me olvido de tus dones,

me sostienen donde vaya.

Haz de mí suelo fecundo,

quiero darte de tus frutos:


Alegría, amor y paz,

gentileza, cortesía,

fe, paciencia, mansedumbre

y dominio de sí mismo.


Tu pasión es contagiosa,

te difundes como el rayo.

Ay de aquel que te resista,

quedaría muerto en vida.


Tú me alistas al combate,

me haces ágil contra el mal,

le hago frente a mi adversario,

la victoria tú me das.


Quién sería tu testigo,

quién podría ser tu enviado,

quién haría tus prodigios

si tu incendio no nos prende.


Mira qué apagados vamos,

somos un babel de lenguas,

un rebaño muy disperso

que edifica inútilmente.


¡Ven Espíritu Divino!

tu consuelo es esperado,

que te alcance nuestra angustia

de orfandad conmovedora.


Hazme fuerte, santifícame,

libérame y conviérteme.

Renuévame, hazme digno,

oh Paráclito Divino.

viernes, 15 de octubre de 2010

INSATISFECHO

Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen (Sal 15,2)

De sed estoy muriendo
dentro de un océano de agua,
y mi hambre no se calma
aún cuando he probado todo.

Yo pensaba hallar descanso
en cumplir todos mis gustos,
persiguiendo todo aquello
que desvela a tanta gente.

Pero no encontraba nada
que a mi espíritu colmara,
mientras más y más gustaba
más vacío me quedaba.

Cada gusto me decía
y como eco repetía:
“Es muy grande tu deseo,
no podré satisfacerte”.

Me sentí muy miserable,
no era más que un pobre diablo.
Me quedaba harto de todo
pero nada me llenaba.

Mi mirada elevé entonces
hacia el infinito cielo,
y tan honda paz me vino
que jamás fui tan contento.

domingo, 10 de octubre de 2010

SAN DANIEL COMBONI

Yo muero, pero mi obra no morirá (San Daniel Comboni)


¡África o muerte! fue tu grito de batalla,
que morir es preferible a renunciar a una pasión.

Con un solo testimonio te quedaste enamorado
y agitaste a todo mundo por tu África querida.

Tu pasión fue la misión, fue tu celo el del Señor,
que aumentaba día a día al mirarlo traspasado.

En tu pecho ardía un fuego que alumbró a un continente,
que esperaba entre cadenas al que en cruz lo liberó.

Fuiste en busca de operarios que vibraran por su Dios,
disponibles al abrazo y también al abandono.

Salvar África con África era un sueño al despertar,
era ver al africano su destino conducir.

Te faltaron corazones para amar tu Perla Negra,
si mil vidas las tuvieras las darías tú por ella.

Renunciaste a tus derechos y a una vida con honores,
se te dio la cruz a cambio con que sella Dios sus obras.

Tu labor fue para el Reino para ti nada pediste,
no esperabas ver ni un fruto, te sembraste como el grano.

La misión cumplió tu anhelo, te hizo el día más feliz,
el que oyó decir: “yo muero… pero mi obra no morirá”.

domingo, 19 de septiembre de 2010

NO TE CAMBIO POR NADA

Sucede con el reino de los cielos lo mismo que con un tesoro escondido en el campo:
el que lo encuentra lo deja oculto y, lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene
y compra aquel campo (Mt 13,44)

Sin pensarlo di contigo
y la vida me has cambiado,
te cruzaste en mi camino,
eras Tú quien me buscaba.

Me llenaste de alegría
y corrí a venderlo todo,
porque nada me interesa
que no sea a ti tenerte.

No habrá quien se te compare,
vales más que todo el oro.
Ay de aquel que no te encuentre,
no imagina lo que pierde.

Pero sigo en este mundo
que me tienta sin cansancio,
y aunque a veces no sea fuerte
no te cambio yo por nada.

TÚ SABES QUE ME DUELE

Un corazón contrito y humillado,
Tú no lo desprecias, Señor (Sal 51,19)



Sabes bien que no te miento,
mi dolor te es evidente,
lo que yo no sé decirte
por mi espíritu se escapa.

Me conoces desde dentro
de mí nada se te oculta.
Tú me has visto en las batallas
y llorando mil derrotas.

Mis promesas incumplidas,
tu Palabra postergada
y este andar a medio paso
son dolores que me matan.

Siempre fue y será mi culpa,
una cruz que voy cargando,
y por más que me haga fuerte,
Tú bien sabes que me duele.

lunes, 23 de agosto de 2010

UN DÍA SIN JESÚS

Era ya de noche y Jesús no había llegado
a donde estaban ellos (Jn 6,17)

Me subí a mi propia barca,
navegaba muy seguro.
Tu Palabra me auguraba
todo un día sin apuro.

Cuando iba atardeciendo
me sentía satisfecho,
y de ti me fui olvidando
al amparo de mis logros.

Y la noche se me vino
sin haberla presentido,
con los vientos desatados
y el estruendo de las olas.

De terror sobrecogido
lamenté mi triste suerte.
Derrumbado de lo alto
nadie hacía por mi vida.

Pero en medio de lo oscuro
tu silueta brilló intensa,
amainaron viento y olas
y me vi en la tierra firme.

En mi barca ahora te llevo
porque tú mi vida llevas,
y al menor oleaje dices:
“Heme aquí, no tengas miedo”.